Receta original enviada por Un postre para Pantagruel.
Los scones, originarios de Escocia y muy utilizados en la cocina del Reino Unido, son unos panecillos individuales de forma tradicionalmente redonda, que resultan ideales para desayuno, merienda, o para tomar en cualquier hora del día a modo de aperitivo. Un Postre para Pantagruel nos presenta una receta de scones en porciones triangulares estilo bannock, muy típica de Escocia, para darles una apariencia un poquito diferente.
INGREDIENTES
(Receta para elaborar 12 unidades)
• 240 gramos harina
• 2 y 1/2 cucharaditas de levadura química
• 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
• 170 gr de mantequilla cortada en taquitos
• 1 huevo
• 215 ml de buttermilk (200 ml de leche desnatada o semidesnatada + una cucharada de zumo de limón)
• 2 cucharadas de miel
• 1 pera grande cortada en dados
• 70 gr de chocolate en callets
• Una pizca de sal
PREPARACIÓN
En primer lugar, y como siempre, comenzaremos por precalentar nuestro horno. En éste caso a 200 grados, para ponernos con la preparación de nuestro buttermilk.
El buttermilk, o suero de mantequilla, es un producto lácteo derivado del batido de la nata hasta convertirla en mantequilla, posee un sabor ligeramente agrio, y color amarillento.
Como no es muy fácil de encontrar de venta al público (ocasionalmente en supermercados con productos alemanes, o daneses), vamos a proceder a elaborarlo de forma casera para nuestra receta, pues es muy muy sencillo.
Para ello, tan sólo debemos añadir la cucharada de zumo de limón, unos 14 mililitros aproximadamente, a los 200 mililitros de leche, desnatada o semidesnatada, tapar, y dejar reposar durante 10 – 15 minutos a temperatura ambiente, con lo que obtendremos una textura similar a la de la leche cortada.
Apartamos nuestro buttermilk para su uso posterior.
Tamizamos la levadura, la sal, el bicarbonato y la harina, añadimos la mantequilla bien fría, y pasamos a mezclar bien con un tenedor, o con las manos, hasta que la mantequilla esté bien desecha, y reservamos.
En un bol batiremos el huevo, la miel y parte del buttermilk que habíamos preparado antes y reservado, concretamente 180 mililitros, dejando el resto para el final, pues lo emplearemos para pintar nuestros scones.
Vertemos la mezcla del bol en la de harina y mantequilla, y ayudándonos de una espátula mezclamos bien hasta que esté perfectamente integrado, para a continuación añadir la pera y nuestro chocolate en callets, y volver a integrar.
Una vez tengamos una masa suficientemente homogénea, procedemos a alisarla, para lo cual espolvoreamos harina sobre nuestra superficie de trabajo o encimera, y aplastaremos la masa con las manos hasta que se nos quede de un grosor de 1 centímetro aproximadamente.
Es importante realizar éste proceso valiéndonos de nuestras manos y no de un rodillo para masas, pues debe tratarse cuidadosamente, y no es necesario aplastarla demasiado.
En caso de que observemos que la masa está muy pegajosa, podemos ayudarnos de un poco más de harina para evitar que se pegue.
Para cortar nuestros scones, podemos valernos bien de cortapastas, bien de cuchillo, o bien de algún cortador de galletas con forma redonda.
Yo, como os comentaba al principio, me decanté por cortarlos en forma triangular, por medio de un cuchillo previamente pasado por harina.
Una vez cortados, llevamos nuestros scones a la bandeja de horno, que podéis cubrir con papel de hornear si deseáis.
A la hora de colocar los scones en la bandeja del horno, es buena idea ponerlos unos cerca de otros a fin de que suban de forma uniforme en el proceso de horneado.
Finalmente tan sólo nos quedará pintar nuestros scones con el buttermilk sobrante que hemos reservado, a fin de darles un poco de brillo y color, y opcionalmente podremos espolvorearlos con un poco de azúcar glas o icing sugar.
Hornear en torno a 15 ó 20 minutos, hasta que estén doraditos, y dejar enfriar sobre rejilla enfriadora ¡Listos!